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¿Qué es el Síndrome de Guillain-Barré y cómo afecta al organismo?

Debilidad muscular y hormigueo de predominio ascendente son algunos de los principales síntomas del Síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad neurológica y de base autoinmune de la que se desconoce con exactitud su causa. De baja prevalencia, su tratamiento tiene como principal objetivo aliviar los síntomas y favorecer lo antes posible la recuperación del paciente. Puede afectar a cualquier persona, aunque es más común en hombres en edad adulta.

 

¿Cuál es la causa del síndrome de Guillain-Barré?

El Síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad en la que es el propio sistema inmune el que ataca al sistema nervioso periférico. Por lo general suele afectar a la capa protectora de los nervios (vaina de mielina). Este daño dificulta la conexión de los nervios con el sistema nervioso central provocando síntomas como debilidad o pérdida de sensibilidad. Su peculiar nombre se comenzó a utilizar en 1927, en honor a dos de los neurólogos que lo descubrieron: Georges Charles Guillain y Jean Alexandre Barré.

A día de hoy se desconoce su etiología, sin embargo, existen indicios que podrían relacionar este síndrome con infecciones provocadas por virus o bacterias. Se estima que 3 de cada 4 personas afectadas por esta enfermedad autoinmune sufrieron algún tipo de infección previa al menos 3 semanas antes de los primeros síntomas del Síndrome de Guillain-Barré.

Algunas de las patologías que han sido relacionadas con el síndrome de Guillain-Barré son:

  • Bacteria campylobacter
  • Virus de Zika
  • Virus Epstein-Barr
  • Gripe
  • Hepatitis
  • Enfermedades gastrointestinales
  • VIH
  • Herpes
  • Covid-19
  • Otras causas como cáncer hematológico (en concreto el Linfoma de Hodgkin)

Además de una infección previa, aunque, en menor medida, también se ha diagnosticado Síndrome de Guillain-Barré en personas que han sido operadas o tras la administración de alguna vacuna.

Síntomas habituales del Síndrome de Guillain-Barré

Los primeros síntomas suelen aparecer días o semanas después de una infección y suele afectar a las extremidades inferiores. Posteriormente, estos síntomas se pueden extender al resto del cuerpo, de manera ascendente, afectando también a los miembros superiores.

Los principales signos que aparecen en personas afectadas por este síndrome autoinmune son:

  1. La debilidad muscular es uno de sus principales síntomas.
  2. Hormigueo (parestesias) o pérdida de sensibilidad. Principalmente en pies, manos o inclusive en la zona de las muñecas o tobillos.
  3. Sensación punzante o de quemazón.
  4. Pérdida o alteración de reflejos miotendinosos.
  5. Inestabilidad o dificultad para realizar movimientos.
  6. Parálisis facial uni o bilateral.
  7. Dolor o sensación desagradable en extremidades.
  8. Síntomas cardíacos como alteración del ritmo cardíaco o presión arterial elevada.
  9. También es posible experimentar alteraciones en la vista (visión doble o borrosa)

En casos más graves, en los que existe afectación bulbar, los síntomas pueden presentarse como dificultad o imposibilidad para hablar, tragar o respirar. Si se producen alteraciones en la respiración, desmayos o mareos será necesario acudir a un centro hospitalario para recibir atención lo antes posible.

 

Diagnóstico y pronóstico

En caso de presentar síntomas como los anteriormente descritos es necesario acudir a un especialista para descartar o confirmar la presencia de la enfermedad. Las técnicas diagnósticas utilizadas para ello son:

  1. Examen neurológico completo
  2. Análisis sanguíneos para evaluar el índice de anticuerpos
  3. Punción lumbar
  4. Electrocardiograma
  5. Electroneurograma para confirmar el diagnóstico de polirradiculoneuropatía aguda (desmielinizante o axonal).

Por lo general, la gran mayoría de las personas suelen recuperarse entre 6 a 12 meses, aunque en algunos casos la duración puede ser mayor. Se estima que únicamente entre el 5% y el 10% de los afectados suelen presentar una recuperación incompleta. En cuanto a la posibilidad de volver a desarrollar la enfermedad, únicamente 5 de cada 100 personas afectadas sufren una recaída.

Tratamiento del Síndrome de Guillain-Barré

El Síndrome de Guillain-Barré carece de curación, por lo que su tratamiento tiene un triple objetivo:

  1. Aliviar los síntomas
  2. Frenar el avance de las complicaciones derivadas
  3. Propiciar una recuperación más rápida del paciente.

El tratamiento varía según la gravedad del síndrome y se basa principalmente en el uso de inmunoglobulinas intravenosas y/o plasmaféresis. Para los casos más leves, se suele recurrir a bloquear la acción de los anticuerpos para evitar que estos dañen al sistema nervioso periférico o reducir la inflamación ocasionada.

En aquellos casos que presenten mayor gravedad se requerirá de hospitalización y en las ocasiones en las que exista compromiso respiratorio pueden beneficiarse de soporte ventilatorio en las unidades de cuidados intensivos.

Para aquellas personas que presenten secuelas existen programas de rehabilitación cuyo objetivo es recuperar la fuerza muscular, la capacidad respiratoria y el movimiento.

 

Recuerda

  • El Síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad de baja prevalencia pero potencialmente grave, en la que el propio sistema inmune ataca al sistema nervioso periférico.
  • Aunque se desconoce su origen, 3 de cada 4 personas afectadas por esta enfermedad han presentado, al menos durante las tres semanas previas, infecciones provocadas por virus o bacterias. En menor medida, también ha sido desarrollado por personas intervenidas quirúrgicamente o vacunadas.
  • Entre sus principales síntomas destacan debilidad muscular u hormigueo. Por lo general, las personas afectadas por este síndrome suelen recuperarse entre 6 a 12 meses después de los primeros síntomas.
  • Su abordaje se centra principalmente en aliviar sus síntomas, frenar el avance de las complicaciones y favorecer una rápida recuperación.