Depresión párkinson

Depresión en la enfermedad de Parkinson

El párkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta a las neuronas dopaminérgicas, que se encuentran en una región del encéfalo conocida como sustancia negra. Estas células cerebrales producen dopamina, un neurotransmisor que permite controlar el movimiento. Sin los niveles adecuados de esta sustancia aparece el temblor, la rigidez y la lentitud característicos de esta enfermedad, la cual es crónica y se desarrolla durante una década, aproximadamente. Entre los síntomas que pueden presentarse en la enfermedad de párkinson se encuentra la depresión.

La evolución de la enfermedad de Parkinson tiene un gran impacto en la calidad de vida de sus pacientes, pero también de los familiares o cuidadores que velan por la salud de los afectados. Según evoluciona esta enfermedad neurodegenerativa crónica, se multiplican los desafíos que supone su tratamiento, con la aparición de síntomas como los trastornos de sueño o la pérdida progresiva de las funciones motoras. A pesar de que estos pueden tratarse a corto plazo mediante determinados medicamentos, el impacto en la salud mental de los pacientes es notorio y puede en ocasiones derivar en depresión.

Párkinson y depresión, un vínculo habitual

Cuidar la salud mental es extremadamente importante en la enfermedad de Parkinson. Los expertos estiman que un porcentaje de pacientes con este trastorno neurodegenerativo experimentarán depresión durante la evolución del mismo. Y posiblemente hasta el 40% de ellos experimentarán trastornos de ansiedad.

Otra de las causas más evidentes de la depresión en párkinson es una mala aceptación psicológica de la situación (el avance lento pero inexorable de la enfermedad, el pesimismo o el miedo ante la muerte). Estos efectos pueden derivar en unos niveles bajos de energía, en apatía o desesperanza.

Un paciente puede experimentar depresión en cualquier etapa del párkinson, incluso de forma previa al diagnóstico. Además, los síntomas de depresión pueden aparecer y desaparecer según avance la enfermedad. Por último, la depresión puede intensificar tanto los síntomas cognitivos como motores del párkinson.

Cómo tratar la depresión en párkinson

Los medicamentos pueden mejorar los temblores y otros síntomas motores del párkinson y también pueden aliviar la depresión. El uso de cualquier tipo de antidepresivo siempre debe consultarse con el especialista médico.  Ante la más mínima señal de este trastorno se debe consultar con un neurólogo que se encargará de ajustar el tratamiento e incluso derivar al profesional necesario (psiquiatra).

Estos son algunos de los aspectos que se deben de tener en cuenta para gestionar una posible depresión durante la enfermedad:

  • Acudir a la consulta del neurólogo al menos una vez al año con el objetivo específico de hacer una valoración clínica de depresión.
  • Explicar al especialista médico cualquier tipo de cambio de humor que el paciente o el cuidador hayan detectado.
  • Acudir acompañado a la consulta del cuidador o familiar para tener otro testimonio sobre este tema.

 

 

Recuerda:

  • El impacto del párkinson en la salud mental es tan importante como el resto de síntomas físicos derivados.
  • El párkinson provoca una alteración de neurotransmisores que facilita la aparición de la depresión.
  •  En caso de que sospechemos de la aparición de síntomas relacionados con la depresión es importante acudir a la consulta del neurólogo.