Alimentación en niños con síndrome de Down

Niños con síndrome de Down: ¿cómo debe ser su alimentación?

Los primeros años de vida de una persona son cruciales para su crecimiento y desarrollo. Para los padres de niños con síndrome de Down proporcionarles una alimentación saludable puede suponer todo un reto añadido, pero también una oportunidad para garantizarles un crecimiento óptimo y establecer hábitos saludables desde sus primeros años.

Debemos tener en cuenta que las malformaciones en boca, el tamaño de la lengua y el retraso en la dentición pueden ocasionar problemas de masticación y deglución sobre todo en el proceso de inicio de alimentación complementaria. Además, la hipotonía o falta de tono muscular de los músculos bucofaciales provoca que los bebés presenten mayor retraso en el proceso de introducción de alimentos necesitando periodos más amplios de dietas trituradas y de consistencia blanda los primeros años debido también al retraso dentario que se produce.

A continuación, se desarrollan algunos consejos de expertos que pueden orientar a gestionar esta tarea:

Consejos generales de alimentación para los niños con síndrome de Down

  • Fomentar los alimentos saludables siempre: Los niños en edad preescolar tienen estómagos más pequeños pero necesitan nutrientes variados para crecer.
  • Establecer una rutina de comidas y meriendas: Los niños, especialmente aquellos con síndrome de Down, gestionan mejor su día a día con rutinas. Comer a horas regulares fomenta un ambiente predecible que les brinda seguridad y estabilidad.
  • Compartir comidas en familia: Alentar que los niños participen en las comidas familiares les permite explorar nuevos alimentos a los que no están acostumbrados. Esto supone una oportunidad para que prueben diferentes sabores y texturas.

Alimentos caseros, porciones moderadas y ejercicio abundante

Cada niño progresa a su propio ritmo al explorar nuevos sabores y texturas. No hay que preocuparse si se ensucian; el desorden es parte de este proceso de aprendizaje. Hay que optar por comidas caseras y alimentos sin procesar siempre que sea posible. Estos mantienen la mayoría de sus nutrientes en su estado original y, por tanto, son más beneficiosos para la salud.

Además, hay que tener en cuenta que las personas con Down tienden a tener un mayor grado de adiposidad o grasa corporal. La distribución de la grasa varía con la edad, el sexo, la alimentación y el ejercicio que se realice a diario. Este exceso contribuye a que desarrollen problemas metabólicos, como ocurre con cualquier persona con un exceso de lípidos.

También es importante tener en cuenta que la estatura de las personas con Down tiende a ser menor a la de la media y su actividad física es más baja. Por este motivo, sus requerimientos energéticos son menores, un aspecto a tener en cuenta en la distribución de las cantidades durante las comidas. Por ello, la actividad física también es un factor importante para prevenir enfermedades cardiovasculares en personas con síndrome de Down. Además de quemar las calorías sobrantes de una porción estándar, el ejercicio ayuda a las personas con Down a tener una mejor integración social y autonomía.

La educación y el apoyo por parte de los padres, familiares o tutores de personas con síndrome de Down es imprescindible en todo este proceso de crecimiento. El sedentarismo es el factor de riesgo más importante para su salud cardiovascular, mientras que la promoción de hábitos saludables en la alimentación y el ejercicio físico mejorarán su calidad de vida. También se recomienda recurrir a un apoyo médico profesional para un correcto asesoramiento nutricional.

Recuerda:

  • Es importante fomentar los buenos hábitos en la alimentación en cuanto sea posible.
  • Establecer una rutina sólida de comidas y meriendas puede ayudar a los niños a sentirse más seguros y cómodos, además de facilitar la incorporación de alimentos más saludables.
  • Es importante para los niños con síndrome de Down ejercitarse y alimentarse con porciones más reducidas.